A Javier (nombre ficticio) le cambiaron tres veces de colegio sus padres. No sabían qué hacer con el chaval. Indisciplinado, Javier se había convertido en el muchacho más rebelde de su clase, abusando sin piedad de sus compañeros de clase y convirtiendo en un martirio su estancia en clase para los profesores. Pero todo cambió a mediados del curso pasado, cuando un psicólogo se hizo la pregunta: ¿y si Javier se aburre en clase? …
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